La droga, un problema de todos

0
1181

Con gran desdicha, muchos ven a hijos, parejas o amigos iniciarse en el consumo de drogas y entrar en una rampa hacia su destrucción. Las estadísticas ascienden alarmantemente, las calles se hacen peligrosas por adictos que roban, en las familias se incrementa la violencia por adicciones. Se internan más de 130 personas diariamente en los casi 400 centros de rehabilitación oficiales y muchos en los privados.

“Ya no sé que más hacer” dice Silvia, madre de una joven adicta de 22, y esposa de adicto de clase media. “Mi hija entra y escapa y vuelve a recaer es un drama ver como mi hija se consume, no sé qué hacer”. Se necesitan según los terapeutas más de dos años para limpiarse de la droga sin pausa, pero la mayoría se interna sólo por 27 días.

Hay cientos de miles de adictos, sin registrar y sin tratamiento y más de 130.000 registrados que se reconocen adictos, según la Secretaría de Prevención de la Adicción y la Lucha contra el Narcotráfico. La mayoría son hombres jóvenes entre 15 y 30 años que se convierten en muchos casos en criminales o delincuentes. Y estas cifras no son nada, “por cada uno en tratamiento hay dos que no lo están, dice José Rshaid, director de Casa del Sur que maneja casi 500 adictos internados.

Muchos familiares se sienten incapaces e  impotentes y únicamente miran sin accionar, sin embargo todos podemos ayudar a que la droga no se apodere de la sociedad como lo hizo en México y Colombia flagelando el país por décadas.

QUE PODEMOS HACER

Para ayudar podemos:

* Educar en colegios sobre el peligro físico y mental de las drogas.
* Asistir con frecuencia a reuniones de padres
* Ver a que discotecas y espacios de esparcimiento asisten los menores.
* Trabajar para que haya menos marginación.
* Exigir que los legisladores combatan el narcotráfico.
*  Ser Voluntario en organizaciones que ayudan

“Los hijos que tú educas y yo tengo en casa no son los que tú crees que son “·dice Carlos al director del colegio padre de un joven estudiante de la ORT, “me cuentan lo que hacen y consumen con 14 años y es alarmante. ”

Los voluntarios de la Fundación El Arte de Vivir   rehabilitan mentes que han caído y en muchos casos  evitan que otros caigan.  “Los adictos vienen a los centros desde cárceles o comisarías capturados por la policía y atraviesan mucha violencia antes de llegar”, dice Liliana Juan responsable del programa RAS (por las siglas Respiración, Agua y Sonido) de El Arte de Vivir que imparte cursos en más de 35 lugares  sin ningún costo. “Cuando toman los talleres se reduce la ansiedad, los niveles de violencia y muchos voluntariamente se levantan a meditar y cambian su actitud y predisposición.”

Algunos son sólo de 15 años y los terapeutas se sorprenden de cómo responden a los procesos y técnicas. Los Centros como Programa Andrés, San Camilo, Por un Nuevo Mundo, financiado por la provincia de Formosa, Annanka,  Darse Cuenta en la ciudad de La Plata un centro privado con 3 sedes de un total de 90 chicos o Atreverse en Quilmes ya disfrutan de la ayuda de la fundación.

“Nosotros trabajamos como voluntarios en 13 centros la mayoría privados, en los públicos hay mucha rotación y se escapan” La ley de drogas dice que no se puede retener contra su voluntad a nadie. El Arte de Vivir ayudó ya a centenares, sólo en lo que va del año a más de 900 personas que comienzan a tener mejor comportamiento y rehabilitarse para sanar.

Al Estado le cuesta mantener a un adicto entre 2500 y 3000 pesos por mes. Los lugares privados reciben subsidios del estado.

Muchos de los rehabilitados participan becados en cursos de mayor exigencia como Sergio Roldán un abogado que dejó las drogas pero recientemente falleció de un ataque al corazón  después de una pelea, “Una pena” dice Liliana, “ estaba ya limpio.”  Liliana Juan y Erika Marincak,  manejan unos 50 voluntarios que van de un lado a otro reconociendo que nunca es suficiente.

Como parte de la ayuda también piden a los adictos otros proyectos de servicio como cocinar para los que viven en la calle. La gran mayoría es gente humilde que viene por haber consumido paco y otros químicos muy dañinos de fabricación casera. Algunas jóvenes incluso han sido rescatadas de la trata y su vida es ahora un sosiego.

La Psicóloga Alicia Argibai, de Annanka dice  “con esta ayuda de El Arte de Vivir mejoran la calidad de vida y rehabilitación de los pacientes, hace falta mucho amor y vocación y lo reciben de los voluntarios.

“Nosotros creemos que les vamos a ayudar pero terminamos siendo ayudados ” dice Daniel Buda otro voluntario de El Arte de Vivir que se reparte entre cárceles y adictos”.

Por Beatriz V. Goyoaga